miércoles, 23 de diciembre de 2009

lunes, 21 de diciembre de 2009

REPORTAJE EN NOTICIAS URBANAS


“Yo no lo hubiera elegido a Posse para Educación”

Le sorprendió la “irracionalidad” de Kirchner como diputado y
anhela un PJ reorganizado. Dice que Moyano es obsecuente del poder y reconoce ante NU que Macri tiene buenas intenciones

Por Laura Di Marco

Cuando Claudia Rucci fue presentada en el primer acto junto a Felipe Solá y Francisco de Narváez como candidata en la lista de diputados bonaerenses por Unión-PRO, la alianza con el macrismo casi se quiebra. E hicieron falta muchas charlas y negociaciones para volver a recomponerla. Es que la candidatura de Claudia, que entonces trabajaba en la CGT junto a Gerónimo Venegas, había sido una imposición del sindicalismo ortodoxo, alentado por Eduardo Duhalde en su pelea con Néstor Kirchner.

Hoy, la hija de José Ignacio Rucci, el emblemático dirigente asesinado en 1973, llegó finalmente a una banca en el Congreso. Y, en la contratapa de NU, pasa revista a todos los temas: el choque con la política real, el peso simbólico de su apellido, la reapertura de las heridas de los setenta y la certeza de haber trabajado muy cerca de quienes –según cree– asesinaron a su padre.


–¿Cómo está llevando el desembarco en la política real, con la llegada al Congreso? ¿Hay algo que le haya sorprendido?
–Por la manera que se desarrolló la campaña, creo que tuve que hacer un ingreso acelerado a la “política real”. Pasé de vivir la política como una posición ante la realidad a verme envuelta en fuertes polémicas con protagonistas de esa “política real”. Sinceramente, no lo sentí como algo que me costase. Aunque hay algo, sí, que me sorprendió en la sesión preparatoria: ver la irracionalidad de Néstor Kirchner; su desconocimiento de los principios básicos de una negociación; su resistencia a aceptar la realidad. En fin...

–Esta semana, Moyano encabezó un acto de enorme despliegue. ¿Qué siente cuando lo ve ocupando el mismo rol que tenía su papá?
–Me permito corregirte en esto: tiene el mismo cargo, pero de ninguna manera ocupa el mismo “rol”. Siempre digo que lo principal es qué se defiende, cómo se lo defiende, con quién se lo defiende, contra quiénes se lo defiende. Eso si es inalterable. Mi papá defendía el derecho de los trabajadores a ser protagonistas, y en esos años, el protagonismo de los trabajadores tenía que ver con el regreso del general Perón primero, y con participar en las decisiones del gobierno popular después. Hugo (Moyano) pasó de tener un rol importante durante los 90 a jugar hoy un triste papel de obsecuente del poder. Tienen muy poco que ver entre ellos. Hugo no discute protagonismo real ni trabaja para mejorar el nivel de vida de los trabajadores. Hace actos e invita a Néstor y Cristina.

–Este año, Operación Traviata, la investigación de Ceferino Reato, abrió un debate que dista de estar saldado. ¿En qué la modificó esta investigación en lo personal?
–En el nivel de precisión con el que conocí los hechos. Reato me contó que le pasó lo mismo a medida que iba sumando información. Sobre todo a partir de la aparición de “la fuente”, que confirmó y dio precisión a datos que se habían ido armando como un rompecabezas. Me costó mucho leerlo. Cuando le faltaban datos (a Reato), recurría a los dos sobrevivientes que participaron del asesinato. Sin embargo, yo nunca había tenido dudas sobre la autoría de Montoneros.

–Si es cierto que el debate por los setenta no está saldado, habida cuenta que la discusión sigue, ¿qué propone para saldarla?
–No hubo mucha voluntad de profundizar el debate en serio, después de la aparición del libro, que nos dio esa posibilidad. Creo que un camino sería repasar la historia con objetividad, con amplitud y sin visiones parciales. Sin teoría de los dos demonios, pero tampoco bajo la teoría de ángeles y demonios. Se disputó el poder, y en aquel contexto se consideró a la violencia como una herramienta válida, esa es la verdad.

–La presidenta recibió amenazas en estos días y, en la lectura del oficialismo, están vinculadas con la represión de los 70.
–Uf, cómo decirte. Me parece que los Kirchner repiten tardíamente, fuera de época, los conflictos de una etapa que ya no es. Creo que deben sentir culpa por haber sido “usureros” cuando hubieran tenido que ser “montoneros”. Hoy intentan envolver al país entero en el clima de sus insatisfacciones. No tienen conciencia del daño que provocan. Tengo serias dudas de la veracidad de estos hechos, que por otra parte no son los primeros de este tipo que nunca fueron aclarados. Pretenden ser una “izquierda” que crece patrimonialmente, corrompe y amenaza. Son realmente patéticos.

–¿Qué se puede esperar del nuevo Congreso?
–El acuerdo que pusimos en práctica en la sesión preparatoria es un buen augurio. Era un ejercicio al que no estábamos acostumbrados: debatir, plantear las diferencias y construir acuerdos. Es difícil, pero vale la pena. Creo que es un signo de madurez.

–¿Cómo cree que puede resolverse la interna del PJ en la provincia? ¿Qué pasaría si Kirchner reasume la presidencia?
–Este PJ domesticado y al servicio del poder ya no es ni un partido político ni mucho menos el del patriotismo de Perón ni de la rebeldía de Evita. Por lo que si Kirchner es o deja de ser su presidente es lo mismo. La interna en la provincia, y en el país, se va a resolver como siempre se resolvieron estas situaciones en el peronismo: se corrigen desde adentro. El 28 de junio fue un “aviso”, un adelanto de lo que viene: los vamos a derrotar por demolición, por adentro o por afuera de esa estructura vacía en la que convirtió al PJ.

–Pero Duhalde, uno de sus referentes en el PJ, dice que el próximo presidente no será peronista.
–Creo que lo que Duhalde dice es: “Si no nos ponemos a la altura de las circunstancias no podemos gobernar al país”. Y ponerse a la altura de las circunstancias es volver a poner a Kirchner en su lugar original, de 5 ó 6 puntos de consenso, y al peronismo como una fuerza reorganizada, actualizada, con debate interno, con vocación de mayoría, con capacidad de hacer grande al país. Como sucesor de Cristina, yo veo a un peronista dentro del peronismo recuperado y reorganizado.

–¿Cómo es su relación con Macri? ¿Qué nota le pondría en su gestión?
–Mi único contacto con Mauricio fue habernos encontrado en Aeroparque durante la campaña, y en algún que otro acto. Nunca hablé con él sobre la Ciudad, la política o el país. Creo que tiene muy buenas intenciones, pero le cuesta hacerlas realidad. Y la única verdad es la realidad.

–¿Cómo evalúa la designación de Abel Posse, que levantó tanta polvareda?
–Yo no lo hubiera elegido. La educación es un área estratégica, quizá la más importante a mediano y largo plazo. Requiere una visión muy amplia y sin prejuicios para ser encarada. Es un gran intelectual, un gran escritor. Pero, para mí, la gestión tiene que ver con la política.


(NOTA PUBLICADA ORIGINALMENTE EN EL SEMANARIO NOTICIAS URBANAS Nº 219, DEL 17/12/09).